Décima XXXIV. RUTINA GALOPANTE
Mis huesos quedan ilesos
de rutina galopante.
Me siento, por un instante,
ángel que vive de excesos
tardes de sexo sin besos.
Y, así, huyen, cercenados,
todos mis seres amados,
sin dejar rastro siquiera
de que alguna vez hubiera
fuego en dos cuerpos abrazados.
José Mateo Angulo García
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